Desafíos en la Historia Comercial de México: 30 Años en la Cuerda Floja

05:00 06/03/2025 - PesoMXN.com
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El desarrollo de México no estaría donde está sin los acuerdos de libre comercio. La vinculación con Norteamérica ha catapultado las exportaciones del país, desde el TLCAN hasta el actual T-MEC, generando décadas de prosperidad. En 1994, cuando el TLCAN comenzó su funcionamiento, las exportaciones mexicanas a Estados Unidos alcanzaban los 51,619 millones de dólares. Para 2024, bajo el marco del T-MEC, este número se multiplicó por diez, llegando a los 512,569 millones, según los datos de Banxico.

El intercambio con Canadá también ha tenido un crecimiento considerable. Hace tres décadas, México solo exportaba 1,519 millones de dólares a ese país; en 2024, ese número se disparó a 18,906 millones,12.4 veces más. Sin embargo, este panorama positivo enfrenta varias amenazas. La reciente implementación de un arancel del 25% por parte de Donald Trump, aunque actualmente suspendido para el sector automotriz, ha elevado las alarmas. Expertos advierten que el libre comercio con Norteamérica ya no es algo seguro, poniendo en riesgo tres décadas de interconexión comercial. México ha sido el principal beneficiario de esta integración en América del Norte. A diferencia de Canadá, cuyo crecimiento en exportaciones a Estados Unidos ha sido más moderado, con un incremento de 3.2 veces en los últimos 30 años, las exportaciones de Canadá hacia México han crecido 8 veces durante el mismo periodo. Por su parte, las exportaciones estadounidenses a Canadá se triplicaron, mientras que a México, aumentaron 6.5 veces.

La interdependencia entre México y Estados Unidos es cada vez más marcada. Un análisis del Atlantic Council señala que la relación comercial entre ambos países es cada vez más interdependiente, dado que las cadenas de suministro cruzan fronteras múltiples veces para optimizar la producción. Por cada dólar en bienes manufacturados que México envía a Estados Unidos, 30 centavos proceden de insumos o materiales fabricados en suelo estadounidense. La AmCham respalda este punto al indicar que las importaciones de Estados Unidos desde México contienen más del doble de valor agregado estadounidense en comparación con las provenientes de cualquier otro país, y casi diez veces más que las de China. Además, México se posiciona como el principal comprador de productos estadounidenses fabricados por pequeñas y medianas empresas, adquiriendo 2.2 veces más de lo que compra China y superando las compras combinadas de Japón, Corea del Sur, India, Suiza, Países Bajos y Alemania. Estas cifras no solo reflejan el comercio, sino también la creación de empleos, fábricas y salarios en EE.UU.

El Instituto Mexicano para la Competitividad advierte que los aranceles, particularmente en bienes intermedios, pueden incrementar los costos de producción y afectar la viabilidad económica de varias cadenas de suministro. Esto encarece el precio de los productos finales, impacta a los consumidores y disminuye la competitividad de la región ante otras economías. Para Juan Carlos Baker, exsubsecretario de Comercio Exterior, México necesita definir su papel dentro de la integración regional. La relación con Estados Unidos trasciende el ámbito comercial, abarcando migración, seguridad, tecnología e inteligencia artificial, temas que están intrínsecamente conectados y requieren de una estrategia bien definida.

Ante esta situación, surgen interrogantes sobre si México debería avanzar hacia una unión aduanera con Estados Unidos o alinear su política exterior con los intereses de sus socios del norte. También es el momento propicio para discutir una estrategia de política industrial para la región. Tomar decisiones en estos temas es fundamental. México debe determinar su dirección, en lugar de dejar que las circunstancias lo dirijan. Si la geografía, el comercio y la economía ya han llevado a este punto, es tiempo de desarrollar una estrategia que potencie las oportunidades disponibles. Los acuerdos comerciales no solo han empujado el crecimiento de la economía mexicana, también han transformado la vida cotidiana de su población. Antes de la llegada del TLCAN y el T-MEC, acceder a productos estadounidenses o canadienses no era tan sencillo, pero hoy día, la variedad y disponibilidad son amplias. Mónica Lugo, directora de relaciones institucionales de Prodensa y exnegociadora del T-MEC, comenta que desde el instante en que alguien inicia su día, su rutina ya está influenciada por esta integración económica. Desde un café en Starbucks, un Uber, hasta usar WhatsApp o explorar Facebook; en el desayuno hay hotcakes con miel de arce canadiense. Más tarde, su sándwich puede contener jamón y pan de EE.UU. México no solo importa alimentos, sino también madera, acero y energía de Canadá y Estados Unidos. Sin un acuerdo comercial, el acceso a estos bienes y servicios sería bastante limitado. Para las generaciones actuales, esta integración es algo normal, aunque hace unas décadas, la situación era muy distinta. En los años 80, conseguir dulces estadounidenses era casi una misión imposible. Un Milky Way era considerado un lujo, pero hoy, basta con entrar a cualquier tienda para encontrarlo. Este cambio, aunque posiblemente no perceptible para muchos, ilustra cómo los acuerdos comerciales han alterado el acceso a productos y servicios en México. Lo que antes era un privilegio, ahora forma parte de la cotidianidad.

Este análisis pone de relieve la importancia de los acuerdos comerciales en el crecimiento de la economía mexicana. En un mundo tan interconectado, es crucial que México busque diversificar sus relaciones comerciales y no dependa excesivamente de un solo socio. Las fluctuaciones en las políticas comerciales pueden ser riesgosas, así que una estrategia económica robusta no solo debería centrarse en el comercio, sino también en la innovación y el desarrollo sostenible para enfrentar cualquier incertidumbre en el futuro.

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