Transformando la Gestión Pública a Través del Bienestar

06:03 12/09/2024 - Eugene R.

La economía del bienestar ha cobrado fuerza en los últimos años, convirtiéndose en un elemento crucial para los diseñadores de políticas y la administración pública. Frente a retos complejos como la desigualdad económica, crisis de salud y problemas ambientales, esta economía ofrece un enfoque que integra el bienestar en la planificación económica y las políticas. Antes de profundizar en el tema como experto en el ámbito de los bienes y servicios enfocados en ayudar a otros, veamos a fondo qué implica la “...Economía del Bienestar...”.

Este concepto abarca los sectores que, de manera directa o indirecta, mejoran el bienestar físico, mental y social de las personas. Esto incluye áreas tradicionales como la atención médica, la actividad física y la nutrición, así como nuevas tendencias como los servicios de salud mental, el turismo de bienestar y el estilo de vida sostenible. En esencia, la economía del bienestar prioriza la salud y la felicidad de las personas, evaluando estos aspectos al mismo nivel, o incluso más alto, que indicadores económicos convencionales como el PIB. Según el Global Wellness Institute, se define como “las industrias que permiten a los consumidores incorporar actividades y estilos de vida saludables en su día a día”. Este sector representa una parte importante del producto económico global, estimándose que la economía del bienestar supera los 4.5 billones de dólares a nivel mundial. No solo está creciendo, sino que también está influenciando el comportamiento del consumidor y las estrategias de las empresas, así como las políticas gubernamentales. Ahora, hablemos sobre ¿por qué es crucial el Bienestar en la Administración Nacional? Integrar el bienestar en la administración pública trasciende la mejora de los sistemas de salud. Esto supone un cambio en la forma en que se mide el éxito y se distribuyen recursos. Históricamente, el crecimiento del PIB y las tasas de empleo han sido los criterios para medir el éxito económico, pero estos indicadores suelen pasar por alto aspectos fundamentales de la existencia humana como la salud mental, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social. Los países que adoptan la economía del bienestar comprenden que una población saludable y feliz es más productiva, innovadora y resiliente; lo que se traduce en menos gastos para la salud pública. Este cambio se refleja en el aumento de indicadores alternativos como el índice de Felicidad Nacional Bruta (FNB) de Bután, que evalúa el bienestar general de sus ciudadanos como un objetivo gubernamental central.

Analicemos las áreas clave que impactan en una economía enfocada en la percepción: 1. Salud Pública: Al poner atención en el bienestar, los gobiernos pueden disminuir los gastos en atención médica y elevar la calidad de vida de los ciudadanos. Invertir en salud preventiva, en el apoyo a la salud mental y el acceso a alimentos saludables son piezas clave de una estrategia de salud pública centrada en el bienestar. Aquellos países que destinan recursos a estas áreas pueden anticipar ahorros a largo plazo en gastos de salud y contarán con una fuerza laboral más saludable. 2. Sostenibilidad: La economía del bienestar está intrínsecamente ligada a la protección ambiental. Implementar prácticas sostenibles en la agricultura, energía y urbanismo contribuye a un mundo más sano, lo que a su vez beneficia a las poblaciones. Los gobiernos que adoptan políticas ecológicas no solo cuidan el medio ambiente, sino que también están invirtiendo en el futuro de las próximas generaciones. 3. Resiliencia Económica: Promover la economía del bienestar también ayuda a diversificar las actividades económicas, reduciendo la dependencia de industrias tradicionales que pueden ser insostenibles. 4. Bienestar Social: En este contexto, todos somos iguales, lo que equivale a que un enfoque centrado en el bienestar puede abordar desigualdades sociales. Garantizar acceso a servicios de bienestar, incluyendo salud mental, alimentos nutritivos y espacios recreativos seguros, debe ser inclusivo. La correcta implementación de políticas y normativas para garantizar que estos servicios sean accesibles, sin importar el nivel económico, fomenta una sociedad más cohesiva.

La prosperidad de la economía del bienestar depende de un marco regulatorio que la apoye. Los gobiernos pueden facilitar un ambiente propicio para la expansión de este sector, asegurándose de que funcione de manera ética y sostenible. Acciones como regular la promoción de productos de bienestar para evitar desinformación, ofrecer subsidios o incentivos a empresas que añadan valor al bienestar, e invertir en infraestructura pública y privada (parques, gimnasios, iniciativas de aire limpio) son fundamentales. Además, campañas educativas que fomenten el bienestar como una opción de vida empoderan a los ciudadanos para tomar control sobre su salud, aliviando la carga sobre sistemas de salud pública. No obstante, aunque la economía del bienestar trae consigo múltiples ventajas, crearla en la administración nacional no es tarea sencilla. Los diseñadores de políticas deben equilibrar las necesidades de distintos sectores y asegurar que las iniciativas de bienestar sean inclusivas, evitando que se conviertan en oportunidades exclusivas para quienes pueden permitirse utilizar productos y servicios que favorezcan un mejor estado humano. La economía del bienestar representa un paradigma potente para la gestión pública, que trasciende medidas económicas convencionales y da prioridad a la salud, felicidad y bienestar de la ciudadanía. Adopting this holistic approach allows governments to build more resilient, sustainable, and equitable societies. En un mundo cada vez más desafiante, integrar el bienestar en los marcos económicos y de políticas públicas será crucial para lograr una prosperidad que vaya más allá de la mera acumulación de riqueza.

Como reflexión final, es vital que tanto los gobiernos como las empresas comprendan que invertir en bienestar no solo es una estrategia ética, sino también una decisión financiera inteligente. Una población saludable no solo requiere menos gastos en salud pública, sino que también es un motor para la innovación y el crecimiento económico sostenido. La economía del bienestar es una oportunidad para crear un futuro más próspero y justo para todos.

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